CAMBIAR DE OPINION
Una persona segura de si misma es aquella que es
capaz de cambiar de opinión cuando cree que estaba equivocado sin
hacer de ello un mundo.
El ser humano tiene una tendencia innata a creer que
lo que ha hecho en el pasado era correcto. Es algo que nos pasa a
todos de forma inevitable. Cambiar de opinión no es fácil, porque
implica aceptar que algo que en otro momento creías que era correcto
(y actuaste en consecuencia!) no lo era.Los seres humanos tienen
diferentes grados de consistencia. Cuanto mayor es, más conservadora
suele ser esta persona en cuanto a ideología y “miedo al cambio”,
dicho de una forma genérica. Del mismo modo, cuanto más
consistencia tiene una persona, más le costará hacer autocrítica y
más difícil le será cambiar sus hábitos o su estilo de vida.
La forma de aprender para el ser humano se basa en
dos cosas: prueba-error e imitación. Imitamos lo que hacen
otros, y vamos haciendo cosas mal hasta que aprendemos. Este es el
proceso natural por el que todo el mundo aprende cosas. Incluso tener
resultados positivos a largo plazo sólo te demuestra que has hecho
cosas bien, pero no cuáles de las que has hecho eran correctas ni si
lo que hacías en el pasado sigue siendo correcto en el entorno
presente.
La capacidad de cambiar de opinión parece una gran
virtud Defender algo sólo porque es lo que hiciste hace tiempo o
porque es un razonamiento que te funcionó en su momento no hace que
esto sea más correcto ahora, por mucho que sea una forma normal de
pensar
Para mejorar, tienes que darte cuenta de que cosas
que hacías antes no eran correctas, y por tanto, cambiar de opinión
respecto a como enfocar situaciones. Un buen jugador es alguien que
necesita cambiar de opinión para seguir siéndolo, y que además no
puede aprender aspectos concretos del juego en base a sus resultados.
Reivindica siempre el derecho a cambiar de
opinión, es lo primero que te negarán tus enemigos.
Así como tienes el
derecho y la buena costumbre de formarte tu propia opinión y
defenderla,
también tienes derecho a cambiarla.
Cambiarla, sin tener que sentirte culpable porque
alguien te recrimine que ayer pensabas de manera distinta. Cambiarla,
aunque esa persona, frustrada por no poder predecirte o controlarte,
te acuse de ser indeciso, voluble y de que no hay quien te entienda.
El mundo cambia a cada instante. También lo hacen
las circunstancias, las personas que te rodean y tú mismo. Por lo
tanto, es natural que también cambien tu ideas y tus opiniones,
porque éstas se forman en un contexto
determinado.
A mi parecer, es mucho más preocupante mantenerse
inflexible y no cambiar de opinión pese a que todo cambie alrededor.
Eso deja ver la cerrazón a las nuevas experiencias, a distintos
puntos de vista, a la información, a la reflexión… al
pensamiento. Y, quien no piensa, no puede
cambiar de opinión.
Cambia. Rectifica y, si lo tienes claro, hazlo cuanto
antes.
- Tienes derecho a decir: “Me equivoqué“, si es el caso.
- También a sorprender al mundo: “Se me ha ocurrido algo mejor.“
- O puede que a echarte a atrás en esa propuesta
que ya no te parece tan tentadora: “Ya
no me interesa.“
¿No te parece que todas las personas tenemos derecho
a cambiar sin sentirnos culpables?
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