ENFADO Y SALUD


Enfado y salud


 La relación entre el enfado y las alteraciones de la salud (y en concreto con las enfermedades del corazón) parece ser más compleja de lo que en un principio se pensaba. Muchas investigaciones han coincidido en que la tendencia a la ira y el enfado reiterado tienen una relación directa con las enfermedades coronarias, sin embargo, pocos trabajos se han ocupado de investigar cómo afectan las diferentes formas de expresar esa ira.
El dolor de cabeza

Saber controlar nuestros enfados va a ayudarnos a sufrir un menor número de dolores de cabeza y otros males mayores. Según resultados de ánalisis cientificos enfadarse puede provocar dolores de cabeza más fácilmente que la depresión o la ansiedad, sobre todo si intentamos mantener la ira en nuestro interior. Lo que propone Nicholson es aprender formas de combatir el enfado, evitándolo. Éstas son sus recomendaciones:
  •  Realizar tres inspiraciones profundas. Cuando estamos enfadados, nuestro cuerpo se vuelve tenso, y respirar profundamente ayudará a disminuir esta tensión.
  • Entender por qué estamos enfadados. Debemos actuar como detectives y encontrar aquellos tipos de situaciones, personas o eventos que nos despiertan la ira. Así podremos evitarlos más fácilmente.
  • Expresémonos. Pero asegurándonos que no hacemos más daño. Expliquemos a los demás cómo nos sentimos, de una forma tranquila y comunicativa. Si a pesar de todo expresar nuestro enfado podría provocar nuestro despido, nuestro divorcio o incluso nuestra muerte, es mejor hablar con un amigo que con la persona que la ha provocado.
  • Cambiemos de entorno. Paseemos durante cinco minutos y tomemos un poco de aire fresco. O pongamos la radio en medio del tráfico y cantemos a pleno pulmón.
  • Miremos las cosas como una graduación de grises, y no como blanco o negro.
  • Reconozcamos que la vida a veces es injusta y que en ocasiones quienes nos hacen enfadar no tienen razón.
  • Dejemos ir las cosas que están fuera de nuestro control. Sólo puedes cambiarte a ti mismo y tus respuestas frente a los demás, no lo que los otros te hagan a ti. Enfadarse no soluciona la situación y nos hace sentirnos peor.
  • Y por último, perdonemos. Quizá sea la estrategia más difícil, pero sin duda es la más efectiva.

Las consecuencias del enfado.

El enfado es uno de los engaños más comunes y destructivos que nos afecta casi todos los días. Nos solemos enfadar cuándo no conseguimos lo que queremos o cuando nos tenemos que enfrentar con lo que no nos gusta. Existen innumerables situaciones en las que podemos enfadarnos con facilidad y las consecuencias son obvias: cuando nos enfadamos perdemos nuestra paz interior y felicidad y nos sentimos incómodos e inquietos, aumenta nuestro malestar, no podemos controlar nuestras emociones y se obstaculiza nuestro progreso espiritual. Perdemos el sentido común y no somos razonables. Incluso dañamos a quienes queremos ya sea física o verbalmente, con el deterioro que ello conlleva en nuestras relaciones.
Superar el  enfado no es una meta inalcanzable. Nuestros pensamientos surgen debido al poder de la familiaridad, cuando nos acostumbramos a hacer algo adquirimos destreza en ello. Para ello debemos observar nuestra mente con atención en todo momento, y será más fácil reconocerlo en cuanto surja. 
 ¿Cómo controlar el enfado?
  • Cuándo nos demos cuenta de que nos vamos a enfadar, hemos de recordar las consecuencias.
  • Tomar una fuerte determinación de no enfadarnos teniendo en cuenta sus consecuencias será de gran ayuda. Al principio podemos hacerlo durante unas horas, con el tiempo durante días.
  • En vez de culpar a las circunstancias externas o a los demás, hemos de considerar que nuestra falta de aceptación y consiguiente enfado son las causas de nuestro malestar.
  • Si aceptamos a los demás tal y como son, sin juzgarlos, mejoraremos nuestras relaciones y controlaremos nuestras actitudes de enfado y crítica.
  • Cuando estemos a punto de enfadarnos con alguien, hagamos un esfuerzo por recordar todo lo bueno que recibimos de esa persona.
  • Alegrarnos de las buenas cualidades de los demás y de su buena fortuna contrarrestará nuestro enfado y nuestras críticas, nos ayudará a desarrollar potenciales similares a los que admiramos y, al mismo tiempo, nos ayudará a superar la envidia.
  • El auténtico antídoto del enfado es la paciencia.
  • Paciencia no es resignación. Con paciencia podemos mejorar lo que deseemos y comunicarnos mejor con quienes nos rodean.
  • Shantideva, antiguo maestro budista indio, decía que en momentos de mucho enfado es mejor quedarnos como un trozo de madera que actuar movidos por una actitud destructiva. En ese momento nos podemos aislar, relajar nuestro cuerpo y con él calmar la mente.
  • Controlar el enfado no es reprimirlo.
  • Si rechazamos las dificultades y nos enfadamos, no hacemos más que empeorar la situación.
  • Shantideva también decía: "si algo tiene solución, ¿por que ser desdichados? Y si no la tiene, tampoco hay razón para serlo".

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