RESENTIMENTO

  RESENTIMIENTO


El impulso de “ajustar cuentas”, desde un punto de vista psicológico, no está sujeto a una ley judicial, porque las emociones, sentimientos, pasiones e impulsos no quedan necesariamente satisfechos por la aplicación de una ley aunque sea justa, por ello tenemos que distinguir entre la venganza como la aplicación de un principio moral, y el sentimiento de venganza o impulso como fenómeno psicológico individual. El impulso de la “revancha” y su objeto es satisfacer lo que no se ha podido conseguir de otra manera. La venganza propiamente dicha, y el resentimiento. Se distinguen entre sí tanto por su forma como por su origen.



RESENTIMIENTO: CUANDO SE NUBLA LA RAZÓN                                                         Es difícil aceptar que podamos albergar esos sentimientos negativos, pero los deseos de venganza suelen presentarse de una forma enmascarada y podemos, incluso, justificarlos. Así mismo la revancha se puede manifestar también de otra manera. Generalmente, en el resentimiento no se ha sufrido un mal previo.El resentimiento es por tanto, una reacción del egoísmo, del querer-tener-para-sí, del saber que el otro logra o posee, precisamente, lo que uno no ha podido obtener. El resentimiento es más frecuente de lo que pensamos.Surgen sentimientos de envidia, celos, disgusto, y con ellos, el deseo de vengarse de los más afortunados. Al resentido parece no quedarle otro recurso que perturbar la felicidad de quien ha sido más afortunado. A veces, cuando no se puede molestar directamente a esa persona, se adoptan actitudes en contra que no tiene nada que ver con nuestros resentimientos, pero que se encuentran más a nuestro alcance, descargando sobre ellos nuestro coraje. Para el resentido, “el leit motiv, consciente o inconsciente, es la fórmula: ‘tú tampoco eres más que yo y eres tan poco como yo’. El resentido vive amargado y le amarga la vida a los demás. Alimenta sus rencores y su resentimiento, y siembra insatisfacción e infelicidad en quienes le rodean. Sus comentarios son agrios y negativos, no es capaz de ver nada bueno en los demás, se va encerrando en sí mismo y va perdiendo la capacidad de amar. Su alegría por el daño ajeno, es una especie de desquite.

El afán de venganza puede ser modificado porque es una reacción activa. No se trata de no indignarse o enojarse nunca, pero sí es importante que al detectar estos sentimientos hagamos un esfuerzo consciente para conducir esa carga emocional y conseguir reacciones positivas hacia los demás y hacia uno mismo. Debe existir una necesidad de realizar un esfuerzo consciente, porque cuando estas emociones no son modificadas a tiempo, pueden cristalizar en forma de predisposiciones o actitudes permanentes. Un sentimiento negativo como la envidia, por ejemplo, si no se modifica de forma consciente y oportuna, puede cristalizar como resentimiento. A la larga, el daño es a uno mismo, y acaba siendo el “vengador vengado”. La persona queda, esclavizada en su imaginación, y el futuro sera mejor si lo vemos como el lugar de los deseos y aspiraciones positivos que se lograrán al liberar el resentimiento para construir, ya en el presente, una vida futura más feliz.


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